Un Boeing 747 valorado en 400 millones de dólares acaba de aterrizar directo desde Qatar a la Casa Blanca. El gobierno de Trump ha aceptado formalmente este “detallazo” de la familia real catarí para ser usado como Air Force One.
¿El objetivo? Reemplazar el viejo avión presidencial con uno más nuevo, más caro… y completamente regalado.
¿A quién le molesta este Boeing 747 como regalito?
¿Dónde está el problema? Bueno, para los demócratas, los republicanos y hasta para la Constitución de EE.UU., el problema está en aceptar regalos de potencias extranjeras.
Pero eso a Trump le parece una tontería.
“Podría ser un estúpido y decir: ‘No, no queremos un avión gratis y carísimo’…”, declaró el exmagnate en su red Truth Social. Un comentario digno de un sketch de Saturday Night Live, pero tristemente real.
El Pentágono ha intentado suavizar el golpe diciendo que todo fue “de conformidad con las normas federales”. Pero ni eso convenció al senador Ted Cruz, quien alertó sobre riesgos de espionaje y vigilancia.
Vamos, que ni en su propio partido ven con buenos ojos este “regalazo”.
¿Y la Constitución? Esa que dice que ningún funcionario puede aceptar regalos de reyes o gobiernos extranjeros… bueno, parece que hoy tiene jet lag.
Trump asegura que no es un regalo personal, y que al terminar su segundo mandato en 2029 (spoiler: aún falta ganar unas elecciones), el avión irá derechito a su biblioteca presidencial.
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DIEGO LEIZA
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