
Durante una rueda de prensa donde se encontraban el presidente Donald Trump, Gianni Infantino Presidente de FIFA y JD Vance, discutieron sobre la logística del Mundial de 2026.
En un momento el vicepresidente del país vecino, Vance soltó, con una sonrisa que no ocultaba su discurso nacionalista disfrazado de chiste, lo siguiente:
“Queremos que vengan. Queremos que celebren. Queremos que vean el partido… pero cuando se acabe, tendrán que irse a casa.”

Y por si alguien pensaba quedarse a turistear o buscar un sueño americano con balón en mano, remató con advertencia velada:
“De lo contrario, tendrán que hablar con la secretaria Noem“, jefa de Seguridad Nacional.
Lo peor: Trump, que no puede resistirse a hablar de guerras ni cuando se trata de fútbol, añadió que quizás permitirle a Rusia jugar el Mundial serviría como “incentivo para acabar con la guerra en Ucrania”.
JD Vance no disimula ni tantito
No sorprende que el gobierno gringo vuelva a mostrar su cara racista.

El Mundial 2026 será histórico, con tres naciones anfitrionas (México, Canadá y EE.UU.), pero desde ya nos recuerdan que, en su cancha, mandan ellos y los abrazos son con límite de tiempo.
Lo que debería ser un evento global de unidad y cultura futbolera, empieza a teñirse con mensajes discriminatorios.
¿Hospitalidad? Nada de eso.
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DIEGO LEIZA

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