El Senado de la República aprobó por unanimidad las reformas a la Constitución propuestas por la presidenta Claudia Sheinbaum. Estas reformas buscan erradicar la reelección y el nepotismo electoral, con el fin de prevenir la concentración del poder en manos de unos pocos.
Los cambios, posiblemente entrarán en vigor hasta 2030, luego de que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), propuso una reserva para el inicio de la ley en todo el país.
¿En qué consisten estas reformas?
El nuevo dictamen establece que quienes hayan ocupado un cargo de elección popular no podrán resultar reelectos para el periodo inmediato posterior, lo que significa que no podrán postularse para el mismo cargo que actualmente desempeñan.
Esta prohibición comenzará a aplicarse en los procesos electorales, tanto federales como locales, programados para 2030.
Además, la reforma introduce medidas estrictas contra el “nepotismo electoral”. Se estipula que aquellos que deseen postularse para un cargo de elección popular no deben tener vínculos de matrimonio, concubinato o relación de pareja, así como parentesco de consanguinidad o civil en línea recta sin limitación de grado y en línea colateral hasta el cuarto grado, o de afinidad hasta el segundo grado, con la persona que ocupa el cargo por el cual desean participar.
Saúl Monreal, en representación de la Comisión de Puntos Constitucionales, destacó que esta reforma responde a una demanda social urgente.
“Concentrar el poder en manos de unos pocos es una traición al pueblo. Es nuestra obligación aprobar esta iniciativa que asegura que los cargos públicos sean ocupados por personas verdaderamente comprometidas con el bienestar de la nación“, afirmó.
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Enrique Inzunza, presidente de la Comisión de Estudios Legislativos, también subrayó la relevancia de estas reformas, afirmando que su propósito es “eliminar los privilegios de los linajes y las dinastías políticas, garantizando que el acceso a los cargos públicos se base en méritos y no en lazos familiares”. Inzunza concluyó enfatizando que la política no debe ser un espacio de herencia y favoritismo, donde los apellidos tengan más peso que la capacidad y la vocación de servicio genuina.
ARIEL HERNÁNDEZ
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