La lluvia, el clima, pero también el rezago y olvido por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) finalmente le pasan factura a la Zona Arqueológica de Tula.
Esta ciudad que fue capital del Imperio Tolteca, una de las culturas mesoamericanas más importantes del México Antiguo está en agonía.
Y es que recientemente, usuarios reportaron que una de las partes más emblemáticas de este sitio, el Juego de Pelota I, sufrió un derrumbe en una de sus escalinatas.
Pero no solo es en esta parte, también los muros que rodean a la antigua arena deportiva presentan notables daños estructurales.
Esta es una afectación considerable ya que dicha parte de la Antigua Ciudad se descubrió primero junto con los Atlantes, elemento prehispánico que incluso es estandarte de identidad para el actual Gobierno de Hidalgo.
Según lo denunció el sitio local de difusión tulense, “La Neta”, hay más daños en el Juego de Pelota II.
Se trata del hundimiento con riesgo de colapso de una de las columnas que yacen frente a la pirámide de los Atlantes, así como el desgaste de las lapidas de coyotes, águilas, zopilotes y ocelotes.
Hasta hoy, dichas estructuras no se aislaron o cerraron al público, únicamente presentan acordonamiento con lazos o con cintas amarillas de “precaución”.
Ni el gobierno de Hidalgo ni el INAH emitieron un pronunciamiento al respecto de los mencionados daños.
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Pero el problema de la zona arqueológica de Tula no es nuevo
A ello se suman declaraciones recientes de trabajadores del lugar, quienes desde abril, ya habían denunciado en medios de comunicación la falta de mantenimiento, de proyecto de conservación y desarrollo.
En ese entonces, trabajadores adscritos al INAH denunciaron anónimamente que únicamente había siete personas para la vigilancia.
Además, expresaron que los últimos trabajos de conservación y mantenimiento ocurrieron hace 12 años.
Por si fuera poco, en 2023, un grupo de empresarios ejecutó trámites ante el INAH para construir una gasolinera a solo unos pasos de la Zona Arqueológica.
Esto implicó, según el proceso, hacer excavaciones para determinar la posibilidad de levantar dicho negocio.
Tras meses del salvamento y de que en efecto, se encontraron vestigios prehispánicos, ni los empresarios ni el INAH cumplieron con la protección de la nueva excavación, por lo que se dejó dicho trabajo sin protección.
Ello provocó que las excavaciones nuevas quedaran expuestas y fueran objeto de saqueo, ya que tampoco se instalaron medidas de seguridad adecuadas.
ENRIQUE GUTIÉRREZ
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