
Con la llegada de la temporada de lluvias, los vendedores ambulantes en diversas zonas de Pachuca enfrentan una serie de afectaciones económicas y de salud que complican sus jornadas laborales y disminuyen significativamente sus ingresos. Las precipitaciones constantes reducen considerablemente la afluencia de personas en las calles, lo que repercute directamente en la baja venta de sus productos.
Durante los días de tormenta, muchos de estos comerciantes no logran recuperar ni siquiera la inversión realizada para ese día. Además de la escasa clientela, algunos se ven obligados a cerrar antes de lo habitual, lo que reduce sus horas de venta y sus posibilidades de generar ingresos. Pese a ello, hay quienes optan por mantenerse en sus puestos con la esperanza de poder vender al menos una parte de su mercancía.
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La falta de un espacio fijo también agrava la situación. La mayoría de estos comerciantes instala sus puestos en la vía pública sin protección adecuada, por lo que su mercancía suele mojarse o incluso perderse por completo. En el caso de quienes venden alimentos, las pérdidas son aún mayores, ya que la materia prima se echa a perder con facilidad cuando no se utiliza en el mismo día.
Además de las afectaciones económicas, la exposición constante al agua y al frío provoca problemas de salud entre los vendedores, como resfriados y enfermedades respiratorias. Para aquellos que dependen completamente del comercio ambulante como única fuente de ingresos, una semana de lluvias puede significar pérdidas significativas y complicaciones para sostener su economía familiar. La temporada de precipitaciones representa así un periodo crítico para este sector vulnerable.
BERE GAMBOA
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