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¡La reliquia de Hidalgo para el mundo! La historia del paste

El paste, ese emblemático antojito hidalguense, tiene un origen que se remonta a las minas de Cornualles, Inglaterra.

Su nombre proviene del término córnico “pasti” y del inglés “pasty”, una especialidad británica que los mineros trajeron consigo durante el auge minero del siglo XIX en el estado de Hidalgo.

En su versión original, el paste era un rústico pan relleno de papa y carne, diseñado para ser una comida práctica y sustentadora en las duras jornadas de los trabajadores.

A diferencia de las empanadas, cuya masa es hojaldrada y ligera, el paste tiene una textura más firme y resistente.

Tradicionalmente, su relleno se preparaba en crudo antes de hornearse, lo que le otorgaba un sabor distintivo.

Aunque su receta clásica incluye papa y carne, la adaptación mexicana lo llevó a convertirse en un lienzo gastronómico donde ahora podemos encontrarlo con guisos típicos como tinga, mole, frijol, atún, piña, chorizo, entre otros.

El paste no solo es una delicia, sino también un reflejo del mestizaje cultural.

Se dice que los mineros ingleses lo consumían sujetándolo por la característica trenza de masa que lo distingue, la cual no comían para evitar ingerir los residuos tóxicos que quedaban en sus manos tras el trabajo en las minas.

Con el tiempo, este platillo se convirtió en un símbolo de la gastronomía hidalguense, destacando especialmente en Real del Monte y Pachuca. Hoy, aunque ha evolucionado y se comercializa en todo el país, aún existen pequeños establecimientos que preservan la auténtica receta que une dos mundos en un solo bocado.

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DIEGO LEIZA

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