Los grafitis en Pachuca generan opiniones divididas entre la población. Para algunos, es una forma válida de expresión urbana y artística. Para otros, representa vandalismo, sobre todo cuando se pinta sin permiso en propiedades públicas o privadas.
La percepción sobre el grafiti varía según la edad de quienes lo observan. Los adultos mayores suelen considerarlo más como un acto de daño o desorden. En contraste, los adultos jóvenes muestran una postura más abierta, aunque con ciertas reservas.
Se reconoce que el grafiti puede embellecer espacios, siempre que haya un propósito claro. Los colores bien combinados y un diseño cuidado pueden transformar lugares que antes lucían deteriorados o abandonados. Sin embargo, cuando las pintas son aleatorias y sin sentido, suelen perjudicar más que aportar.
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Existe consenso en que el grafiti transmite mensajes, aunque no siempre son fáciles de entender. Estas expresiones urbanas reflejan emociones, ideas o simples deseos de comunicación. Más allá de su forma, muestran parte de quienes las crean.
Una propuesta común es que el gobierno habilite espacios exclusivos para el grafiti. De esta manera, los artistas podrían desarrollar su trabajo sin afectar propiedades ajenas. Esto permitiría valorar el grafiti como manifestación cultural y evitar conflictos.
En Pachuca, se reconocen algunos murales que sí pueden considerarse obras de arte. Estos destacan por su orden, colores y respeto al entorno visual. Son ejemplos de cómo el grafiti puede aportar positivamente a la identidad urbana.
El debate continúa abierto, reflejando distintas perspectivas sobre cómo interpretar y convivir con el grafiti en la ciudad.
BERE GAMBOA
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