La organización de eventos masivos no solo implica logística, entretenimiento y experiencia para los asistentes; también representa una gran responsabilidad en términos de impacto ambiental. En los últimos años, ha comenzado a consolidarse una tendencia positiva: cada vez más organizadores adoptan medidas concretas para reducir la huella ecológica de sus festivales y encuentros públicos.
Un ejemplo de este enfoque sustentable se vivió recientemente en el Festival del Cordero y el Mezcal, donde se promovió el uso de materiales biodegradables, como platos, vasos y servilletas, entre los productores participantes. Aunque aún no se impone como requisito obligatorio, se busca generar conciencia sin obstaculizar la actividad comercial, apostando por el cambio gradual a través de la información y el ejemplo.
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Al finalizar el evento, el equipo organizador se encarga directamente de la recolección y separación de residuos. Se reconoce que la clasificación adecuada no siempre ocurre durante la jornada, por lo que se realiza posteriormente: cartón, vidrio, aluminio y plástico se destinan al reciclaje, mientras que el resto de los residuos se entrega, debidamente separado, al servicio municipal de recolección.
Este tipo de acciones reflejan una visión más amplia, que comienza antes de los eventos con certificaciones ambientales y el fomento de prácticas sostenibles. El Festival del Cordero y el Mezcal ilustra cómo cultura y entretenimiento pueden convivir respetando el entorno.
Se espera que esta perspectiva se replique y fortalezca en todos los eventos futuros, impulsando una conciencia ambiental colectiva que trascienda lo simbólico y se traduzca en acciones reales y permanentes.
BERE GAMBOA
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