¿Te ocurre que cuando tienes mucha hambre te pones de mal humor y comienzas a gritarle a cualquiera que se te cruce?
Pues no te preocupes, hasta cierto punto es normal y aquí te contaremos a qué se deben esos arranques de ira cuando por alguna razón no comemos a nuestras horas.
Seguro que ya has visto la película de Intensamente, y por ende sabrás que hay ocasiones en que alguna u otra emoción toman por completo el control de nuestras decisiones.
Cuando no hemos comido regularmente sentimos fatiga, irritación o enojo, haciendo que nos transformemos prácticamente en Hulk.
Azúcar, el gran culpable de nuestro enojo
El gran causante de estos cambios de humor es el azúcar (específicamente la glucosa), pues al bajar sus niveles nuestro cuerpo reacciona con algunos comportamientos.
Y es que la glucosa es la principal fuente de energía para nuestras células, ya que prácticamente todo el cerebro depende de su aporte.
De este modo, cuando no recibimos la suficiente cantidad de glucosa nos sentimos débiles, mareados y con muy poca capacidad para concentrarnos.
La falta de azúcar en nuestro cuerpo desencadena pues una gran serie de afectaciones en todo nuestro organismo.
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Al no encontrar glucosa en el cuerpo, el cortisol entra en escena y en un intento por recuperar estos niveles produce su propia glucosa a partir de ciertos procedimientos.
Esto provoca que la dopamina, serotonina y hasta la adrenalina se alteren peor que tu tío buchón, llevando a la agresividad y enojo por no probar los sagrado alimentos.
Ah y por cierto, a los peces cebra también se les alborota la canica cuando tienen hambre, así que no te sientas tan mal.
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