A muy poco días de la coronación del Rey Carlos III, es momento de voltear hacia atrás y conocer quién está detrás del hombre que tendrá un cargo tan importante, por lo que te contaremos cuáles son la manías del Monarca.
Poco después del fallecimiento de la Reina Isabel II, Carlos comenzó a dar de qué hablar, pues en ese momento se hizo viral un video en donde se le puede observar cómo un tintero puesto en el escritorio le impide firmar un papel, por lo que hace un gesto de molestia.
Ante ello, generó cientos de comentarios ya que el Rey de Inglaterra siempre vivió con todas las comodidades y facilidades que ahora que ocupa un cargo complejo y delicado sin duda le harán sacar mas canas de las que ya trae propias de su edad.
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Criado desde la cuna con un ejército de ayudantes y todas las comodidades que te puedas imaginar (porque él jamás supo lo que era ir por la coca justo cuando te ibas a sentar a comer) el Rey Carlos III tiene algunas manías y obsesiones en sus rutinas, por lo que no está acostumbrado a las tareas mínimas.
Manías del Rey Carlos III
Es por ello que en el documental “Serving the Royals: Inside the Firm” exhibido en 2015, el ex mayordomo de la Princesa Diana, Paul Burrell, hizo revelaciones sobre las conductas del nuevo Rey: “Su pijama se plancha todas las mañanas, al igual que los cordones de sus zapatos. El tapón de la bañera tiene que estar en una posición determinada y la temperatura del agua tiene que ser simplemente tibia”.
Además, aseguró que para lavarse los dientes, Carlos no tocaba la pasta de dientes, pues eran sus ayudantes quienes debían dejar 2.5 centímetros de pasta de dientes sobre el cepillo todas las mañanas, minutos antes de que Carlos entrara al baño y lo utilizara.
De igual forma otra de las cosas que causó mucha curiosidad sobre sus “manías” del Rey Carlos III son las reveladas por el chef Darren McGrady, específicamente en el tema del desayuno.
“La instrucción era colocar dos ciruelas y un poco de jugo en el tazón y enviárselo para el desayuno. Le mandaba dos ciruelas y él dejaba una para que volviera a mis manos y yo la regresara al frasco. Una mañana pensé en ponerle solo una. La envié al comedor, me mandó a llamar y me preguntó: ‘¿Tienes dos, por favor?’. Así que tuve que seguir enviándole dos cada mañana y me devolvía una”, explicó McGrady.