
Cuando se habla de elegir al próximo Papa en el Cónclave, todo el mundo imagina un proceso lleno de solemnidad, oración, humo blanco y mucha historia, pero también hay reglas súper estrictas detrás de escena, y una de ellas tiene que ver con un delito poco conocido pero muy serio: la Simonía.
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¿De qué va el delito de la Simonía en el Cónclave?
La simonía es, básicamente, comprar o vender cosas sagradas, especialmente cargos dentro de la Iglesia. Sí, como si alguien intentara decir: “Te paso unos millones si me ayudas a ser Papa”. Grave, ¿no?
El término viene de un personaje bíblico, Simón el Mago, que intentó comprar con dinero el poder del Espíritu Santo. Desde entonces, el nombre quedó como sinónimo de corrupción religiosa.
Durante el Cónclave, la Simonía está absolutamente prohibida, pues cualquier intento de soborno, promesa de favores o “campaña política” al estilo mundano está fuera de lugar y además es considerado nulo, o sea que si un Papa llegara a ser elegido por medios corruptos, esa elección no vale, además de que sería un delito.
De hecho, hay reglas escritas por Papas anteriores que dicen clarito: ningún cardenal puede hacer acuerdos para conseguir votos, ni ofrecer nada a cambio. Todo tiene que ser guiado por la conciencia, la oración y la inspiración divina.
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