Los papás de hoy han dejado el látigo del “porque soy tu padre” para subirse al tren de la empatía, la escucha y la conexión real con sus hijos.
Ser papá en pleno 2025 ya no es lo que era hace unas décadas, y ¡qué bueno!
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Atrás quedaron los sermones kilométricos y las reglas inflexibles; ahora, muchos hombres están rompiendo con viejos moldes para convertirse en figuras activas, cariñosas y presentes.
¿Y qué está cambiando?
Primero, el rol tradicional de proveedor está dando paso al de compañero emocional.
Ya no se trata solo de pagar la escuela, sino de preguntar cómo va el día, acompañar al partido del sábado o saber qué serie está viendo su hija en streaming.
Además, muchos papás están tomando licencias de paternidad, y algunos incluso trabajan desde casa para involucrarse más.
Y no, esto no significa perder autoridad, sino ganarse la confianza. Ser papá hoy es saber poner límites… pero también saber pedir perdón.
Es guiar con el ejemplo, no con el miedo.
Porque los hijos de ahora no necesitan una figura perfecta, sino alguien que los escuche sin juzgar, que los abrace fuerte y los acompañe a crecer con amor.
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