K-Beauty: la inversión coreana en nuestros rostros

¿Cómo llegó esta fiebre hasta México? Las influencers, con sus pieles impecables, se encargaron de alimentar la curiosidad.

El K-beauty, o belleza coreana, no es precisamente un secreto a voces. De repente, todos juran por rutinas de diez pasos que espantarían  a cualquier gurú occidental de la cosmética. 

¿Sus beneficios? Prometen pieles de porcelana, luminosas como focos y tan tersas que podrías resbalarte al tocarlas.

Hablan de ingredientes exóticos como baba de caracol, centella asiática y propóleo, presentándolos como la panacea para cualquier imperfección que ose aparecer en tu cutis.

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Pero, ¿cómo llegó esta fiebre hasta México? Bueno, internet, las redes sociales y, seamos honestos, la fascinación por todo lo que venga de Corea del Sur.

De repente, las mascarillas de hidrogel con caritas de panda y los tónicos con texturas viscosas se volvieron objetos de deseo. Las influencers, con sus pieles impecables, se encargaron de alimentar  la curiosidad.

Sitios como el Instituto Coreano de Dermatología y marcas reconocidas como Amorepacific han contribuido a construir una imagen de innovación y calidad.

 Nos vendieron la idea de que la belleza no es un simple ritual, sino una inversión a largo plazo. Y claro, caímos rendidos ante la promesa de una piel “glass skin”.

Así que ahí estamos, invirtiendo una pequeña fortuna en frasquitos y telas con baba de caracol, esperando alcanzar ese ideal de belleza coreana. 

¿Lo lograremos? Quizás. ¿Nos divertiremos en el intento con todas esas texturas extrañas y empaques adorables?

 Definitivamente. Y si al final del día nuestra piel no se ve exactamente como la de una estrella de K-pop, al menos tendremos una colección impresionante de productos para presumir.

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