El inicio del Ramadán en Gaza estuvo marcado por un profundo contraste entre la celebración y la crisis humanitaria.
Miles de personas se reunieron en Rafah para compartir el Iftar, sentados en una enorme mesa organizada por voluntarios.
A pesar del conflicto, en Jan Yunis, los habitantes intentaron mantener la tradición, decorando las calles con farolillos y pancartas bajo la campaña “Gaza es más hermosa en Ramadán”.
Todo esto ocurre en un contexto de máxima alerta en Israel, lo que refleja la tensión que envuelve la festividad.
Mientras tanto, en Jerusalén, la mezquita de Al-Aqsa se llenó con 60.000 fieles para la última oración antes del inicio del mes sagrado.
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Sin embargo, Israel anunció la suspensión total de la ayuda humanitaria hacia la Franja, buscando presionar a Hamas para aceptar nuevas condiciones de tregua.
La tregua, cuya primera fase concluyó este viernes, sigue en el centro del debate.
Netanyahu busca extenderla, con la intención de que en la siguiente etapa se liberen todos los rehenes y las tropas israelíes se retiren de la Franja.
Sin embargo, la incertidumbre sigue pesando sobre la población de Gaza, que enfrenta la dura realidad de celebrar su fe en medio de un conflicto que parece no tener fin.
DIEGO LEIZA
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