
A ver, seamos honestos, ¿Cuántas veces has pensado que tu nombre no te representa?
Tal vez desde la primaria. Pues no estás solo. En pleno 2025, cambiarse el nombre después de los 30 ya no es cosa rara.
Según el Registro Nacional de Población (RENAPO), cada año aumentan las solicitudes de cambio de nombre en México, especialmente en adultos de entre 30 y 45 años.
¿Las razones de cambiarse el nombre?
Identidad de género, superar traumas familiares, reinvención artística… o simplemente porque ‘Luis’ ya no les gusta.
Y no, no es como cambiarte el user de Instagram. El proceso puede tardar meses e implica documentos, justificaciones legales y paciencia de burócrata zen.
El fenómeno no es exclusivo de México. En Estados Unidos, las búsquedas de “how to legally change my name” se dispararon un 45% en los últimos tres años, según Google Trends.
Así que si estás harto de llamarte Eustolia o Ubaldo… igual y es momento de renombrarte. Quién quita y hasta te da suerte.
En México, cambiarse el nombre ya no es exclusivo de artistas o testigos protegidos. Es una especie de exorcismo personal, una forma de decir: “esa ya no soy yo, compadre”.
Algunos lo hacen para dejar atrás un trauma, otros por identidad de género, y otros simplemente porque se hartaron de que en Starbucks siempre les pongan “Yesi” cuando se llaman “Jazmín”.
¿Y qué tiene? Cambiarse el nombre es como tunear tu propio expediente.
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DIEGO LEIZA
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