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¡Alerta en la Antártida! La gripe aviar se descontrola

El temido virus de la gripe aviar H5N1 ya no tiene freno en la Antártida.

Una expedición científica, liderada por investigadores españoles, confirmó que la enfermedad se ha extendido por toda la península antártica, afectando desde pingüinos y cormoranes hasta focas y lobos marinos.

El equipo recorrió más de 5,000 kilómetros durante seis semanas, analizando 188 animales en 24 puntos estratégicos del Mar de Weddell y la península antártica occidental.

Los resultados son alarmantes: el virus ha alcanzado a 13 especies, algunas nunca antes registradas como portadoras, como la foca leopardo y la cangrejera.

El virólogo Antonio Alcamí, líder de la expedición, advierte que la magnitud del brote es mucho mayor de lo que se percibe.

En algunas áreas, la mortalidad de ciertas aves, como el skua, ha sido devastadora, con cadáveres dispersos por toda la región. Incluso se teme que esta especie pueda estar en peligro de desaparecer.

Virus en el aire y animales asintomáticos

Uno de los hallazgos más inquietantes es la presencia del virus en animales vivos que no muestran síntomas, lo que indica que la enfermedad circula de manera silenciosa y podría seguir propagándose sin control.

Para detectar el patógeno sin manipular a los ejemplares, los científicos usaron un innovador método de muestreo de aire con filtros de nanofibras, logrando resultados precisos mediante pruebas PCR.

Focas en peligro y un misterio sin resolver

El estudio también reveló un posible desastre oculto en el océano. Se recibieron informes de cientos de focas cangrejeras muertas en hielos flotantes, pero al llegar al sitio, los cuerpos habían desaparecido.

Sin embargo, en la costa se encontraron cadáveres infectados, lo que sugiere que la gripe aviar pudo haber causado una mortandad masiva en el mar.

¿Qué sigue?

Los resultados de esta expedición son clave para diseñar estrategias que prevengan la propagación del virus, especialmente entre los programas de investigación polar y los buques turísticos que transitan la zona.

Además, los datos recabados actualizarán las cifras oficiales de la gripe aviar en la Antártida, pasando de un solo caso reportado en 2025 a los 188 detectados recientemente.

Con la fauna antártica en la cuerda floja, el reto ahora es frenar el avance del virus antes de que cause estragos irreversibles en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta.

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DIEGO LEIZA

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