La gentrificación es un fenómeno urbano que está cambiando la cara de muchas partes de la CDMX.
Colonias tradicionales se reinventan, reciben mejoras y se vuelven más atractivas, pero con un alto precio: el desplazamiento de sus habitantes originales.
Este proceso convierte zonas populares en barrios de moda con renta elevada, atrayendo a personas con mayor poder adquisitivo.
¿Qué provoca la gentrificación?
Si bien la llegada de extranjeros con alto poder adquisitivo es una causa evidente, hay otros factores que impulsan la gentrificación:
- Alza en los precios de vivienda: Los nuevos residentes pueden pagar más, lo que desplaza a los originales.
- Expansión de comercios y amenidades: Tiendas boutique, cafeterías de autor y espacios de coworking sustituyen a los negocios de barrio.
- Atracción cultural y turística: Áreas con historia y encanto son aprovechadas para impulsar la economía, pero con consecuencias sociales.
En la CDMX, la gentrificación se aceleró en 2001 con proyectos de rehabilitación urbana en el Centro Histórico.
Según la investigadora Patricia Eugenia Olivera, esto provocó la expulsión de familias de bajos recursos y comercios tradicionales, dando paso a espacios modernos dirigidos a un público con mayor poder adquisitivo.
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Barrios gentrificados en CDMX
- La Condesa y la Roma: Originalmente colonias porfirianas, hoy son epicentros de gastronomía, arte y vida nocturna, con rentas por las nubes.
- Juárez y San Rafael: De vecindades y casonas antiguas a zonas trendy llenas de bares y galerías.
- Narvarte y Portales: En los últimos años, han visto un alza en precios y nuevos desarrollos.
El impacto es claro: Las rentas han aumentado significativamente.
Según datos de Propiedades.com, un departamento que en 2020 costaba $15,000 pesos en promedio, en 2024 ya estaba en $25,000 pesos.
¿Cómo afecta la gentrificación a los mexicanos?
Para muchos habitantes originales, la única opción es mudarse a la periferia o adaptarse a costos y dinámicas sociales nuevas.
Así que la pregunta es: ¿la gentrificación es progreso o exclusión?
DIEGO LEIZA
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